Por José Ramón Fernández de Cano
Soneto gongorino
para Ana,
confinada conmigo
Confinado en tu piel, entre tus poros
–cárcel de piel tu piel contra la mía–
busco el angosto paso, la honda vía
hasta el lar de tus risas y tus lloros.
Busco pulsos de arterias tan sonoros
que, por tu carne prieta, si no guía
arietes son a la prisión umbría
donde esconden tus huesos sus tesoros.
Piel y poros, arterias, carne y huesos
que habéis, severos, sido a mis trajines
firme y angostos, hondas, densa y presos:
estorbos vanos sois para mis fines,
que siempre sabe un vendaval de besos
ir mucho más allá de los confines.