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De físicos y poetas

Por Luis Junco

De las memorias de un físico teórico transcribo lo siguiente:

Quizás el momento más extraño en la vida de un físico teórico es aquel en que se da cuenta, de repente, que toda la vida se ha pasado en la persecución de un especie de experiencia mística que comparte con unos cuantos humanos (…) Este misticismo del matemático, la creencia de que a su nivel más profundo la realidad puede ser captada por una ecuación o una construcción geométrica es la religión del físico teórico (…) Por esta razón, una educación en física o en matemáticas es un poco como ingresar en una orden monástica (…)

Desde luego, a medida que uno avanza en sus estudios, uno se da cuenta de que ni las leyes de Newton ni la geometría de Euclides realmente aprehenden lo que es el mundo. Pero para entonces ya está uno enganchado, cautivado por la posibilidad de que un verdadera imagen del mundo puede ser aprehendida por la imaginación (…)

Desde luego, lo que resulta a la vez maravilloso y terrible es que no hay absolutamente ninguna razón para afirmar que la naturaleza en su nivel más profundo deba tener algo que ver con las matemáticas. 

 Entiendo que viene a afirmar que si bien es cierto que la física teórica (y su lenguaje, las matemáticas) es un instrumento que nos ayuda a descubrir aspectos escondidos de la realidad, eso no significa que la verdad última de esa misma realidad sea matemática. 

¿Y esto mismo, me pregunto, no es igualmente aplicable al otro lenguaje, al de la palabra? Y esto lo digo pensando en esas corrientes o movimientos literarios que ven en la poesía no algo que nos ayuda ahondar en la realidad y desentrañar aspectos que la cotidianidad nos esconde, sino que la convierten en una verdad metafísica. Y, realmente, los acólitos de esa religión también me parece que actúan como místicos religiosos, incluso fundamentalistas, en sus comportamientos y consideraciones hacia otros poetas o  movimientos literarios que no tienen esa consideración reverencial, casi sagrada, por la palabra.

1 Comment

  1. Carlos dice:

    No hay dicotomía entre lenguaje real y matemático. Es más, podría decirse que todo lenguaje es matemático y viceversa. Y el asunto radica aquí: tanto lo biótico como lo abiótico está basado en la cantidad y, antes, en la Nada. No se olvide que en el Universo primitivo no existían ni los neutrinos. De allí en adelante todo lo que bote sangre es cacería.
    En el caso de la vida: nadie podrá dar más de una bocanada de aire al nacer, ni ir más allá de la capacidad de sus pulmones, ni mamar más que lo que tienen las tetas o cabe en el estómago. Aquel substrato que estableció el volumen pulmonar establece las dimensiones del primer respiro: ya eso es cantidad y al mismo tiempo lenguaje, expresión de la naturaleza: el primer llanto está lleno del primer respiro. Y eso decide todo. En ese momento el llanto lo explica todo, es signo y palabra. Más adelante el llanto se desagrega en grito, risa, ganas de cantar, silbidos, habla, eso sin dejar de esculcar que ya en lo prenatal existen esbozos con la ingesta de líquido mniotico, risas intrauterinas, etc.
    Ahora bien, cómo se expresa esa primera bocanada en fórmula . Seguramente habrá millones de algoritmos que la expresen en función de una ingente cantidad de variables a cual más importantes, pero nos pasan desapercibidos.
    Que algunas expresiones matemáticas todavía no sean traducibles al lenguaje corriente y viceversa no quiere decir que no existan.
    Todo puede caber aquí; no hay un afuera del Universo. Y si lo hay, cabe en otro Universo, y así sucesivamente.

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