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I can’t breathe

Por Santiago López Navia
I can’t breathe
No puedes respirar. Una rodilla
te quita el aire y rompe tu garganta.
No puedes respirar. Nadie levanta
el cepo que te mata y te mancilla.

Tu cuello violentado se hace astilla.
Aguanta. Aguanta. Aguanta. Aguanta. Aguanta.
No puedes respirar. No puedes. ¡Cuánta
ceguera empuja al odio que te humilla!

Tu voz se va fundiendo en sombra fría.
Ya no le ves sentido a resistirte
y el grito en el aliento se te corta.

No puedes respirar y en tu agonía
no tienes más remedio que rendirte
sabiendo que al verdugo no le importa.

2 Comments

  1. Carlos dice:

    Creo que al verdugo si le importa. La poesía nunca ha estado para obtener respuestas, pero obviamente la que plantea el poema no es válida. El racismo en Estados Unidos y aun entre nosotros es real. Si se lleva al género es peor.
    No podemos decir que el policía no estaba pensando cuando eso hacía. Pero hay algo más: lo del policía no puede se sino una técnica aprendida dentro del aparato policial, luego es una política pública en los Estados Unidos. A mí nunca se me hubiera ocurrido que producir la muerte fuera tan endiabladamente fácil. Esa técnica es una racionalización del aparato de guerra, indudablemente.
    En las manifestaciones vi a otro policía haciendo lo mismo y noté que un segundo policía empujaba la rodilla contra la víctima de manera tal que le hubiera podido romper el cuello, ya no asfixiarlo. O sea que esta técnica tiene desde hace rato una evolución.
    Es una política de Estado. El poema se equivoca cuando individualiza la acción policial. ¡Es el Estado el asesino! Incluso el policía asesino puede ser una víctima de un proceso largamente incubado.

  2. Maravilloso, acertado y necesario poema que llega al corazón. Qué importante ponerse verdaderamente en el lugar de quien sufre la brutal injusticia para recibir el impulso que se necesita para defender los Derechos Humanos. Plantearnos sus pensamientos y sensaciones en esos eternos minutos en que perdía la vida. ¿Qué sensación le embargaría al comprobar que a su verdugo no le importaba que avisara que no podía respirar? ¿Cuándo dejaría de aguantar? ¿En qué segundo percibiría que solo le quedaba rendirse? ¿Cómo serían sus sentimientos más profundos ante esa humillación que sesgaba SU VIDA? Gracias a su autor por este poema que fomenta la empatía y por ende un mundo mejor.

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