Por Luis Junco
Quiénes somos?, ¿de dónde venimos?, ¿a dónde vamos? Cuestiones tópicas de todas las épocas y de todas las civilizaciones, que cada uno de nosotros, de una u otra forma, nos hemos preguntado más de una vez. Y nos seguiremos preguntando, mientras tengamos conciencia.
Queramos o no, las respuestas a estas preguntas constituyen el fundamento de nuestra forma de pensar y vivir. Y esto también es tópico y normal. Pero lo que me parece desconcertante es el terrible “ruido” que en estos tiempos y en las sociedades occidentales ensordece los oídos de las personas que honestamente buscan soluciones satisfactorias y razonables.
No descubro nada si digo que desde hace años se ha multiplicado enormemente el acceso a la información y, paralelamente, se ha desarrollado un canal de desinformación creciente y poderoso. Detrás de esto último no existen solamente intereses económicos, políticos, de poder, etc. Entenderlo así supone una simplificación que deja fuera algo importante: la fortaleza de ideas, modos y modas -memes, en suma- que perviven en nuestros cerebros y entorno cultural desde hace siglos y que se resisten a ser sustituidos por otros más racionales.
Volvamos a las preguntas del inicio. La filosofía y la religión han sido los medios más comunes en la búsqueda de respuestas. Y a estos se ha añadido la ciencia, mucho más recientemente. Como recién llegada, esta ha sufrido los ataques más duros y, parte de esa guerra de la desinformación, se ha pretendido presentarla como polo antagónico e irreconciliable de la religión. Los fundamentalistas de ambas ramas se enzarzan a menudo en debates estériles. Algo sobre lo que opina uno de los autores de los libros que voy a presentar a continuación:
Las religiones no deberían atacar a la ciencia o negar aquellos descubrimientos científicos para los que hay una evidencia abrumadora. En realidad, no es esa la posición de muchos líderes religiosos de todas las creencias. En contraposición, los científicos deberían considerar estas visiones religiosas tolerantes y esclarecedoras como aliados en el objetivo de conseguir un mundo mejor para todos.
Hay suficiente misterio y búsqueda de significado en la vida como para que la ciencia y la religión armonicen y complementen sus puntos de vista.
Como conclusión de esta breve entrada, y desde esta perspectiva de la ciencia, quisiera presentar cuatro libros que me han ayudado para responder las tres preguntas. Siempre en el entendimiento de que son respuestas provisionales y en permanente revisión. Y también sabiendo que nunca obtendré las respuestas definitivas.
Lo que une a los cuatro libros es la llamada selección natural, a mi parecer el proceso más misterioso, profundo y poderoso de la naturaleza. Fue descubierto por Charles Darwin y Alfred Russell Wallace en el siglo diecinueve, y el libro de referencia es El origen de las especies, escrito por Darwin en 1859. En 1976, Richard Dawkins, a través de El gen egoísta, hace ver el papel fundamental y determinante de la unidad biológica de información, el gen, en el proceso descubierto por Darwin. En 1997, el norteamericano Lee Smolin, uno de los físicos teóricos más originales que conozco, explica los especiales valores de las partículas elementales que forman nuestro universo y base de la vida, como resultado de un proceso de selección natural y una replicación de universos a través de la formación de estrellas que acaban en agujeros negros. El libro de referencia es La vida del cosmos. (De él ya hablamos en este blog, aquí: https://www.ladiscreta.com/2020/04/28/virus-y-galaxias-teoria-e-imaginacion-1/ ) Y por último, el filósofo de ciencias cognitivas, Daniel Dennett, con el ensayo De la bacteria a Bach (2017), nos da una aproximación, para mí muy convincente, de cómo se formó nuestra mente y cómo funciona.
(Naturalmente, hay otros muchos libros que pueden sustituir y/o complementar a estos cuatro que he mencionado. Al respecto, puedo recomendar: El relojero ciego (1986), también de Richard Dawkins; El universo elegante (1999), de Brian Greene; La máquina de los memes (1999), de Susan Blackmore; La nueva mente del emperador (1989), de Roger Penrose; La fábrica de la realidad (1997), de David Deutsch; Universos ocultos (2005), de Lisa Randall; El futuro de la mente (2014), de Michio Kaku; Algo muy escondido (2019), de Sean Carroll…)
1 Comment
Interesantísimo, Luis. Conocía algunos de esos títulos que das, pero no todos desde luego. Muchas gracias.