No es extraño que le hayan dado el último premio de poesía Emilio Alarcos a este libro extraordinario de Santiago A. López Navia. Creo que le habrían dado cualquier premio al que se hubiese presentado.
El título del libro, 25-33, hace alusión al bloque y a la vivienda en la que el poeta pasó su infancia, en un barrio del sur de Madrid, un barrio a medio camino entre la ciudad y el campo, condición que se refleja en los poemas. Y no es extraño que la casa figure en el título, pues está siempre muy presente y le da una gran importancia a lo largo del libro, casi tanta como las figuras de la madre y del padre, los grandes protagonistas del poemario.
Son 25 poemas en los que el poeta vuelve la vista hacia el pasado y recupera su mirada de niño ingenuo que observa con asombro y con admiración todo lo que le rodea, especialmente a sus padres. Reconstruir esa mirada es uno de los grandes méritos del libro, una mirada que permanece ya olvidada en nuestros más oscuros sótanos.
Todos los poemas tienen una semilla narrativa, que creceen distintas direcciones y cuyo sentido se multiplica y se agranda gracias al contenido lírico propio de cada composición. Y ese fondo se presenta con una forma impecable, una combinación de metros, en los que López Navia es un maestro consumado, que producen una música bellísima. A la vez, la lengua es casi invisible, de tan natural. El equilibrio entre el canto y la palabra susurrada es perfecto. Con materiales muy sencillos (los de una infancia común: una cometa, un vaso de papel, una caja de herramientas…), y un punto de vista sorprendente, original (las monedas que va encontrando el padre, el viaje en patinete, la odisea en el metro…), consigue que cada poema, una canción humilde, sea un prodigio de emociónque nos deja un temblor muy hondo.
Uno agradece especialmente de este libro su espíritu sereno, que los temas (o el tema, pues todos vienen a ser el mismo), tan nostálgicos, no desemboquen en la melancolía, o en el llanto, sino en la celebración de la vida.
Emilio Gavilanes
1 Comment
Gracias Emilio Gavilanes por una descripción tan bella del libro de Santiago A. López Navia. Deseando leerlo! 🙏❤️