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Por Luis Junco

En varias ocasiones algunas personas han atribuido demasiada imaginación a escritos míos que yo califico como experiencias reales. Y si es bien cierto que a veces entremezclo la realidad con pizcas de ficción porque me parece que el verdadero sabor de ciertos alimentos se realza sazonándolos con especies, lo que voy a contar en esta ocasión es rigurosamente veraz, nada me he inventado más allá de lo soñado. 

El sueño del caballero, de Antonio Pereda

Y soñé, sí, y me desperté sobresaltado y con cierta angustia porque no lograba encontrar algo que buscaba en el sueño. Lo que buscaba afanosamente era un libro de Juan José Saer que trataba de una conversación que tenían dos personajes durante el tiempo del almuerzo. Lo curioso es que yo nada sabía de Juan José Saer, lo juro. Es más, al despertarme con el sobresalto de madrugada decidí memorizar el imperativo del verbo ser, sea, para recordar el nombre a la mañana. Y así lo hice y, ya despejado y mientras desayunaba, busqué en el móvil el apellido Saer: Juan José Saer, escritor argentino fallecido en el 2005. Buscando explicaciones racionales me dije entonces que sin duda algo había leído o alguien me había hablado de él en algún momento y por eso salió en el sueño. Tal vez, pero aseguro con rotundidad que, más allá de esa posibilidad, que no recordaba, nada sabía de este novelista que, ahora leía, algunos calificaban como el sucesor de Borges. Me dio cierta vergüenza mi desconocimiento, y lo que sí afirmo, sin la menor duda, es que nada había leído de su obra, nada en absoluto. El paso siguiente fue indagar en la red sobre los contenidos de su obra. ¿Habría alguna novela o algún relato del escritor que tuviera que ver con una conversación entre dos personajes a la hora del almuerzo? Lo que pude averiguar y me pareció más cercano, fue la descripción de una trama en la que el protagonista camina por la ciudad de Santa Fe y se encuentra a un amigo, con quien conversa, durante una hora, sobre amigos comunes y una fiesta a la que este último había acudido. El argumento era fundamentalmente eso: la conversación de una hora entre los dos amigos. La novela se titulaba Glosa. 

Vi que la novela fue publicada en Argentina en el 1986 y que más tarde Seix Barral la editó en España. Me costó dios y ayuda conseguir un ejemplar, pero ya lo tengo y me dispongo a leer con ganas. Estoy bastante seguro de que hay algo que tendré que aprender de esta lectura. Y mi compromiso, si no se interpone en el camino algún otro sueño que lo impida, es contarlo en este mismo blog. 

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