Por Eduardo Sanz
Cada vez que se me ocurre cumplir años, la pregunta de qué estaría haciendo mi padre con esa misma edad me viene a la cabeza, y siempre tengo que recordar el año.
En este caso 1983.
En enero la siembra, en febrero la matanza, que para marzo te espera la poda y la escarda.
Deja para abril la huerta. Póngase en mayo a sembrar remolacha, en junio a acumular la leña; mientras que en julio la siega, y en agosto la trilla y vielda. En septiembre a la vendimia, en octubre a rehabilitar y adecentar las cuadras y el ganado. Habrá que arar en noviembre, binar en diciembre y… toca renovar el año.
No, no tengo que recordarlo. El tiempo de la vida de un agricultor se mide por sus labores.
Fijas, ajustadas; e irrenunciables para seguir caminando.
7 Comments
Muy bueno, enhorabuena!!
Relato precioso
Bellísimo texto. Y que tiene importantes enseñanzas. ¡¡¡Gracias, Eduardo!!!
Muy bueno, Eduardo
Todas actividades desconocidas para los que viven en la ciudad.
Que bonito el paso del tiempo en tu recuerdo, tu relato sencillo y hermoso.
Muy bueno Eduardo, en honor de nuestros padres y abuelos campesinos.
¡Qué bueno! Enhorabuena por el relato