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Por Luis Junco

Hace unos días, comentando con algunos discretos amigos las últimas publicaciones del físico teórico Carlo Rovelli, y en especial su faceta humanista -que, en mi opinión, le hace tan buen científico-, recordé que hace un tiempo leí un artículo suyo, publicado en Sole 24 Ore, titulado Dante, Einstein y la 3-esfera. Y seguramente lo recordé porque entre ese grupo de discretos amigos está Juan Varela-Portas de Orduña, dantista excepcional, autor de excelentes libros sobre la obra de Dante y colaborador de este mismo blog (véanse las entradas “Invitación a la Divina Comedia”). 

Lo que defiende Carlo Rovelli en ese artículo es que la descripción que hace Dante del universo en la Divina Comedia, escrita en los primeros años del siglo XIV, es justamente la imagen que sobre la forma del universo describió Albert Einstein seiscientos años más tarde. ¿Cómo era esto posible, teniendo en cuenta que, además, en tiempos de Dante la visión cultural que dominaba aún era la de las esferas de Aristóteles?

Busqué el artículo, y transcribo aquí los primeros párrafos:

Habiendo subido a la esfera más externa del universo aristotélico, Dante es invitado por Beatriz a mirar abajo. Allí ve el conjunto de los cielos, y más abajo, al final de todo, la Tierra, que parece girar lentamente bajo sus pies. Pero después Beatriz le invita a mirar hacia arriba, más allá del universo aristotélico, en donde, según el propio Aristóteles, no hay nada, pues para él el universo tenía un límite en donde todo acababa. Dante mira, y tiene la visión extraordinaria de un punto de luz rodeado de nueve inmensas esferas de ángeles. ¿Dónde están ese punto de luz y esas esferas de ángeles, teniendo en cuenta que están fuera del gran globo del universo aristotélico? 

De forma misteriosa, Dante dice que esta otra parte del universo “rodea al primero en un círculo, de la misma manera que el primero rodea a los demás”, y en el siguiente canto se refiere al mismo como “pareciendo estar encerrado por el mismo que lo encierra”.

Y añade Rovelli:

Para un matemático o cosmólogo actual, la descripción del universo es clara, y el objeto que describe Dante es inequívoca. Está describiendo una “3-esfera”, la forma que en 1917, Albert Einstein describió como hipótesis de nuestro universo, y que a día de hoy sigue siendo compatible con la mayor parte de las mediciones astronómicas. 

No es fácil imaginarse una 3-esfera, porque sería lo equivalente a una esfera pero con una dimensión más, de la misma manera que para un habitante de un universo de dos dimensiones no sería fácil imaginarse lo que es una esfera de tres dimensiones a partir de un círculo. (Esta imagen que adjunto aquí procede de wikipedia, en donde se puede aprender algo más sobre la 3-esfera.) 

Para Carlo Rovelli, además de por su extraordinaria imaginación poética, Dante fue inspirado por la imagen del Baptisterio de San Juan de Florencia, cuyos mosaicos se completaban en 1301. 

Si visitáramos hoy el Baptisterio y miráramos arriba, veríamos un punto de luz (la luz natural que procede de la pequeña claraboya del techo) rodeado por las nueve órdenes de ángeles, exactamente como aparece en el “Paraíso” (…) El punto de luz y los ángeles “rodean” y al mismo tiempo “son rodeados” por el resto decorado del Baptisterio. Ese interior es claramente una 2-esfera (…) El magnífico y terrorífico mosaico del Infierno, trabajo de Coppo di Marcovaldo, es generalmente considerado fuente de inspiración del propio “Infierno” de Dante. ¿No sería posible, pues, que igualmente hallara inspiración para su visión del universo en esa estructura interna del Baptisterio? El “Paraíso” reproduce esa estructura, con sus anillos de ángeles y el punto de luz, transformados de las dos a las tres dimensiones y así reproduciendo el universo de Einstein.

Rovelli acaba su estupendo artículo atribuyendo a la poesía la capacidad de descubrir aspectos de la realidad que años más tarde certifica la ciencia. 

La poesía y la ciencia son ambas manifestaciones del espíritu que crea nuevas formas de pensar el mundo, y que nos ayuda a conocerlo mejor. La gran ciencia y la gran poesía son las dos visionarias, y a veces llegan a los mismos descubrimientos. 

(Este artículo de Carlo Rovelli, así como otros publicados en periódicos italianos, puede encontrarse en el libro Ci sono luoghi al mondo dove più che le regole è importante la gentilezza)

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