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Por Luis Junco

La belleza y profundidad de la escritura de Antoine Saint-Exupéry siguen alumbrando nuestras vidas. Como muestra, este breve extracto de su artículo Es necesario dar un sentido a la vida del hombre, del libro Un sens à la vie, publicado en 1956 y que recogía textos inéditos.

La dignidad del hombre, el pan de nuestro prójimo. Estamos divididos en cuanto a los métodos, que son fruto de nuestro razonamiento, pero no en cuanto a los fines. Y luchamos unos contra otros para alcanzar la misma tierra de promisión. 

Para comprobarlo basta con que nos examinemos con la suficiente perspectiva. Entonces se descubre que estamos luchando contra nosotros mismos. Nuestras divisiones, nuestras luchas, nuestra injuria son las de un cuerpo que se contrae contra sí mismo y se desgarra en medio de la sangre del alumbramiento. Algo nacerá que llegue a superar estas imágenes diversas; pero apresurémonos a forjar la síntesis. Es necesario ayudar al alumbramiento so pena de engendrar la muerte (…)

Tan sólo nos es posible respirar al unísono de otros si perseguimos un bien común existente fuera de nosotros. Nosotros, hijos de la comodidad, sentimos un bienestar inexplicable compartiendo nuestros últimos víveres en el desierto. Quienes entre nosotros ha conocido la inmensa alegría de los rescates saharianos, cualquier otro placer les parece fútil. 

Es solo un resumen, como decía al principio, y recomiendo leer el texto completo. Unas ideas que volveremos a encontrar en Ciudadela, obra póstuma y quizá su mejor libro, además de El principito. 

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