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€15,00
El buen crítico, entre las demás obligaciones que le incumben, ha de ayudar a descubrir autores ocultos, marginales (o marginados), provinciales; y digo «provinciales» en el sentido más administrativo e inocuo del término: autores radicados en esos ángulos a menudo muertos, y por lo tanto invisibles, de la gran casa de la palabra que son las provincias. Calbarro ha dedicado lúcidos artículos y reseñas a libros de escritores tan diligentes, pero tan laterales, como Julio Vélez, Estrella Sánchez Marcos, Isabel Escudero, Manuel Talens, Julián Alonso, María Ángeles Pérez López, Máximo Hernández, Tomás Sánchez Santiago, Avelino Hernández, Quim Aranda, Inés Matute, Carlos Gámez, Javier Guzmán, Diego González, Ignacio González del Rey Rodríguez y, entre los hispanoamericanos, Daniel Chavarría, Mariano Melgar o Mori Ponsowy. Esta atención a los arcenes frondosos de las letras no excluye la que presta a quienes circulan por la calzada principal: Jorge Guillén, Eduardo Mendoza, Rubén Darío, César Vallejo –probablemente, el autor por el que más devoción siente Calbarro, que le dedica cuatro artículos–, Walt Whitman, Charles Bukowski y Ada Salas, entre otros.
Eduardo Moga
Juan Luis Calbarro. Concertar el desconcierto. Madrid, La Discreta, 2019. ISBN: 978-84-96322-90-5
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