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Por Hernán Rossi Aloras

Pocas cosas hay tan regocijantes para un Don Nadie como refutar a algún Don Alguien con total impunidad y no menos desparpajo. Cuántas veces escuchamos que Messi debería haber pateado con menos efecto esa pelota -que fue gol- por aquellos que nunca pasaron la mitad de la cancha. Y tan felices.
Y ahora me toca a mí regocijarme: en un artículo que titula “El arte del articulista”, Fernando Savater asegura que las notas de opinión que publican los periódicos están hechas para vivir un día y rara vez alcanzan mejor destino que el de papel reciclado. Y a renglón seguido -haciendo gala de las contradicciones que nos nutren a todos- recuerda a articulistas como José Bergamín, Mariano José de Larra, Cervantes, y los artículos cultos de Borges en “Sur” y los cotidianos de “El Hogar”, recuerda a Chesterton y aún a sus predecesores Montaigne y a Voltaire, que decía, en coincidencia, que los periódicos eran “archivos de bagatelas”, demostrando -tanto Savater como Voltaire- que todos ellos han vivido más de un día en sus artículos.
Li Ssu, canciller del primer emperador de China, fue el que inauguró con palabras lo que luego se difundiría como “efecto mariposa”: que ningún movimiento se extingue en el vacío, que el aleteo de una mariposa en las montañas del Este podía convertirse en un maremoto en los mares del Oeste. Pequeñas causas que apenas mueven a brisa pueden tener efectos cataclísmicos que conmuevan los océanos. De alas de mariposa, Peter Pan recogía el polvo mágico que le permitía volar y mantenerse joven para siempre, como la palabra escrita en un artículo: da vuelo y juventud a los hechos de todos los días y ofrece sobre ellos otra mirada con las gafas que el saber o la imaginación le prestan.
Porque la vida no nos presenta verdades inconmovibles sino hechos con los que nosotros , según el saber o la fantasía de la que dispongamos, inventamos nuestras verdades o mentimos más de la cuenta.
Los artículos periodísticos nos enriquecen con otros puntos de vista, esa levadura que inventa y fabrica conceptos nuevos gracias a los que sabemos: que eso que para uno es una pared, para algunos una manguera y para otros una pared, viene a ser para todos un elefante entero.
Allí reside su función socializante y desbabelizadora al proponernos di-sentir en un mismo idioma y que cada uno pueda conservar su pared, su columna o su manguera y llamarlos pata, panza o trompa, aunque Saxe (en su famosa parábola “Los ciegos y el elefante”) les haya mostrado el elefante completo.
Y fijesé si no, señor Savater, que ese artículo que usted escribió y al que le vaticinó corta vida y destino de papel reciclado, me tiene a mí despierto refutándolo esta madrugada muy lejos de su mesa de trabajo.
Usted podrá decir y con razón que es una puja entre adoradores del mismo Dios, o podrá no decir nada y de esa manera otorgarme la razón que creo merecer.
Usted, señor Savater, ya se habrá dado cuenta que toda esta refutación que tiene la vanidad de la coz en el aguijón es también una forma de darle las gracias por su manera de pespuntear el idioma que a más de uno nos bienacompaña.
El periodismo, la noticia (eso que no sabíamos ayer) es la primera versión de una vida que acaba de pasar y que todavía no es historia y que quizá no llegue a serlo. Pero una krada ingeniosa o distinta ayuda para que la realidad sea otra. Para ver la misma botella desde otra perspectiva. Para lo que dice una autoridad encuentre en el artículo el contraste con hechos que a menudo desmerezcan sus palabras y lo que dijo un cualquiera lo rescate el articulista y le encuentre más sentido y razón que lo que dijeron los otros.
Y que lo que no dijo nadie lo diga el articulista que para eso está.

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