Don del mediodía
Dije: todo ya pleno.
Jorge Guillén
A Juan Luis Calbarro
No aspiro a otro regalo esta mañana
que el mapa exacto y firme de esta senda,
ni busco otro refugio más seguro
que el aire que destila la ladera.
Yo aquí, en medio de todo, arrebatado
y todo alrededor en su inminencia,
mientras la sombra madre de los pinos
embrida mi inquietud y la atempera.
Me encontraréis transido, enmimismado
en esta beatitud simple y perfecta
mientras abajo el tráfago del mundo
transcurre en el fragor de su molienda.
Quiero el consuelo cierto de un sendero
que lleve no sé a dónde entre las peñas,
y que de vez en cuando, en algún árbol,
me devuelva el saludo la oropéndola.
Que ya no duelan tanto las heridas,
que el mundo y yo firmemos una tregua,
que un mediodía azul lata en mi pulso
y que me vuele la corneja a diestra.
Santiago A. López Navia