Los desamores de Orlando y Guillermo, la rutina rota de Lucía y Benito, una delirante pandilla de secuestradores que todo lo hacen mal y a los que todo sale bien, con su hermosa líder Elena, de gran carácter, a la cabeza, dos hedonistas amantes secuestradas que saben disfrutar en su cautiverio, el señor Llonesta, que trata, erráticamente, de poner orden en aquel quilombo y en el suyo propio interior, Diana, que no sabe si odiar o amar...: una humanísima “tropa de trapo” cuyas relaciones cruzadas y revueltas se van enmarañando, sin que ellos realmente se percaten, en torno al pastor Rubén y su ayudante Edardo, junto a un templo en el que la religión, aun vuelta espectáculo, consigue ofrecer a los feligreses mensajes llenos de sentido común y vitalismo. Y al final el placer y la tragedia, eros y tanatos, para hacer que caigan las máscaras o que estas se fundan en el propio rostro.
Con la magistral habilidad narrativa y la fina inteligencia que lo caracteriza, Hernán Rossi Aloras consigue aunar la frecura y rapidez de un enredo con tintes de vodevil y la profundidad sentimental, la ternura y la comprensión ante la debilidad humana, que sólo puede alcanzar un escritor que no sólo ha escrito mucho, sino que sobre todo ha vivido y observado y reflexionado mucho.
Alrededor de Rubén, pastor de una de esas extrañas sectas cristianas que en épocas de crisis y quilombos proliferan en Argentina como los hongos, un variado conjunto de personajes desarrolla las secuencias de una vida que en muchas ocasiones adquiere tintes de caricatura. Primero divertido, luego intrigado y por fin conmovido, el lector asiste, desde la primera a la última página, al desfile de ese conjunto de cuadros vitales en los que acaba reconociendo su propia existencia y este loco mundo de la globalización en el que estamos embarcados sin remedio. Como en su novela anterior, Penas & Olvido (Ediciones de La Discreta, 2003), Hernán Rossi vuelve a utilizar el humor como el más eficaz bisturí con el que diseccionar nuestra vida cotidiana, dejándola desnuda a los ojos y mostrando a la vez todas sus vergüenzas y todas sus ternuras.
Con la magistral habilidad narrativa y la fina inteligencia que lo caracteriza, Hernán Rossi Aloras consigue aunar la frecura y rapidez de un enredo con tintes de vodevil y la profundidad sentimental, la ternura y la comprensión ante la debilidad humana, que sólo puede alcanzar un escritor que no sólo ha escrito mucho, sino que sobre todo ha vivido y observado y reflexionado mucho.
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Con El pastor y la tropa de trapo, Hernán Rossi Aloras –ya consagrado autor de La Discreta y reciente finalista del prestigioso premio Clarín en Argentina- nos ofrece otro ejemplo de su brillante y original manera de ver el mundo a través de la escritura.Alrededor de Rubén, pastor de una de esas extrañas sectas cristianas que en épocas de crisis y quilombos proliferan en Argentina como los hongos, un variado conjunto de personajes desarrolla las secuencias de una vida que en muchas ocasiones adquiere tintes de caricatura. Primero divertido, luego intrigado y por fin conmovido, el lector asiste, desde la primera a la última página, al desfile de ese conjunto de cuadros vitales en los que acaba reconociendo su propia existencia y este loco mundo de la globalización en el que estamos embarcados sin remedio. Como en su novela anterior, Penas & Olvido (Ediciones de La Discreta, 2003), Hernán Rossi vuelve a utilizar el humor como el más eficaz bisturí con el que diseccionar nuestra vida cotidiana, dejándola desnuda a los ojos y mostrando a la vez todas sus vergüenzas y todas sus ternuras.
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