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Ya hace muchos años que Carl Sagan dijo aquello de que somos la forma que tiene el cosmos de entenderse a sí mismo, la conciencia del universo.
Pero detrás del título de esta entrada hay algo más amplio y profundo. Pues se refiere a si la estructura del cosmos que conocemos tiene la forma de un inmenso cerebro que piensa. Nuestros cerebros sólo serían un minúsculo reflejo de algo mucho más vasto; seríamos como un pensamiento dentro de otro pensamiento mucho más complejo.
La idea se atribuye a un físico de la universidad de Minnesota, Vitaly Vanchurin, quien en 2020 publicó un artículo que bajo el título El universo como una red neuronal consideraba esta posibilidad y señalaba que si así fuera, sería el mecanismo a través del cual la selección natural se produce a todos los niveles: microscópico, biológico y cosmológico.
En 2021, el filósofo y físico Lee Smolin, en colaboración con el científico computacional Jaron Lanier desarrollan esta misma idea en el artículo El universo autodidacta, añadiendo que con ese mecanismo el propio universo evoluciona aprendiendo. (Para ellos, las propias leyes de la física evolucionan y provienen de ese aprendizaje de un universo cambiante en el tiempo).
Y en 2022, la física teórica alemana Sabine Hossenfelder, en una publicación que tituló Escúchenme, es posible que el universo piense, expresa esa idea del univeso como un cerebro pensante con mayor claridad. (Debo hacer notar que Sabine Hossenfelder no propende hacia la pseudociencia; al contrario, basta leer sus libros Perdidos en matemáticas y Física existencial para darse cuenta de ello).
En ese artículo, Hossenfelder comienza escribiendo lo siguiente:
Nuestro universo contiene 200 mil millones de galaxias (se refiere al universo observable). Estas galaxias no se distribuyen de manera uniforme, sino que por efecto de la gravedad se concentran en cúmulos y esos cúmulos forman supercúmulos. Entre ellos, las galaxias se alinean en delgados hilos, los denominados “filamentos galácticos”, que pueden tener longitudes de millones de años luz. Los cúmulos y filamentos galácticos están rodeados por vacíos que contienen muy poca materia. En conjunto, esta red se asemeja mucho a un cerebro humano.

Para concluir poco más tarde: ¿Podría ser el universo un cerebro gigante del que nuestra galaxia sólo sea una neurona?
Compara luego las dos estructuras y su funcionamiento, poniendo de relieve que si en el cerebro humano las señales neuronales viajan a la velocidad de unos 100 metros por segundo y que debido a las dimensiones cerebrales apenas tardarían unas fracciones de segundo en recorrer toda la estructura, en un universo de 90 mil millones de años luz, una señal que enviáramos desde nuestra galaxia, viajando a la máxima velocidad posible (la de la luz), tardaría unos 11 millones de años en llegar al cúmulo galáctico M81. Sería pues un cerebro gigante pero demasiado lento.
¿Sería, por tanto, descartable la posibilidad de que el universo en su conjunto pudiera pensar?
No, responde Sabine Hossenfelder. Por dos razones. Los agujeros de gusano, soluciones de las ecuaciones de la relatividad general de Einstein, que en teoría taladran el universo como un queso de gruyere y pondrían en contacto zonas muy separadas del universo. Pero, sobre todo, añade, por el entrelazamiento cuántico. Aquella característica de la física cuántica que sacó de sus cabales al propio Albert Einstein al mostrar que dos partículas muy alejadas en espacio pueden tener una comunicación instantánea. Hoy el entrelazamiento cuántico está demostrado experimentalmente, y no sólo para partículas elementales, sino en estructuras mucho más complejas. En física, a estas conexiones entrelazadas se les denominan no-locales.
En su artículo, Hossenfelder señala:
Si estas especulaciones son correctas, el universo puede estar lleno de estas conexiones. Los físicos Fotini Markopoulou y Lee Smolin estimaron que nuestro universo contiene hasta 10 elevado a 360 (un 1 seguido de 360 ceros) de estas conexiones. Y puesto que son conexiones no-locales, para nada importa que el universo se esté expandiendo. En contraste, nuestro cerebro tiene aproximadamente 10 elevado a 15 conexiones neuronales.
Para curarse en salud (ya hemos dicho su aversión a todo aquello que suene a pseudociencia), al final de su artículo, la física alemana no deja de advertir:
Déjenme dejar claro que, por el momento, no hay evidencia de que estas conexiones no-locales existan en el universo, o que, si existieran, ello supondría que el universo piensa. Pero no podemos descartar esta posibilidad. A pesar de que suena como una locura, la idea de que el universo es inteligente es compatible con lo que conocemos hasta el momento.