
Néstor reencontrado y otras cosas de la época (y 3)
1 junio, 2025
Por Luis Junco
Tal vez como nunca antes hoy se viaja con facilidad a cualquier parte del mundo. Pero la estructura espaciotemporal en la que se realiza el viaje recuerda mucho a la de acumulación de información de nuestra sociedad actual.
Avión, hotel, viajes programados a lugares emblemáticos con la ayuda de un guía, charla de lo que se está viendo, vuelta al hotel, comida, excursión programada a lugares en donde nos encontramos a otros grupos que hacen lo mismo que nosotros, nuevas guías de por dónde ir y qué ver, retorno al hotel, comida, viaje de vuelta. Se acumulan viajes como se aglomera la información, saltando de un asunto a otro, de una página de la red a otra, sin estructura alguna, sin pausa. En nuestra vida, todos los viajes se amontonan en un totum revolutum, hasta el punto de no poder distinguir un lugar visitado de otro más que por las fotos hechas en el móvil. Son viajes que apenas dejan huella ni experiencia, de la misma manera que la continua visita a páginas de la red nos permite obtener mucha información pero no nos proporciona conocimiento. En una estructura que no propicia la maduración ni la experiencia, son viajes que no nos alimentan, que se nos juntan por acumulación, llegando a la indigestión.
Para encontrar al ser vivo y la cultura que palpita detrás del cartón piedra de la visita guiada hay que romper la estructura programada, salirse del circuito, escabullirse de la estructura espaciotemporal habitual para adquirir conocimiento y experiencia.
Y eso me parece a mí que hace el protagonista de Viaje a casa del vecino y a otros lugares exóticos, un delicioso libro -¿de viajes?- de Eduardo Gris Romero, recientemente publicado por Ediciones de La Discreta. Jordania, Marruecos, Túnez, Tailandia, Tanzania, Siria, Egipto, Turquía son visitados por el protagonista -con su amigo Yubero, agente de viajes, o su amada- y, como digo, siempre buscando la ocasión de saltarse el protocolo y lo establecido. Viajes que alterna con otros de no menor calibre, la visita a sus vecinos: el charcutero de la esquina; Jesús, el lugareño de su pueblo que sabe mucho del campo y de animales; Antonio, vecino del piso de arriba; la tía Carmencita… Otorgando de esta manera a sus viajes más exóticos una estructura y continuidad dentro de lo que es el itinerario global de la existencia. De todos estos viajes alcanza el protagonista una valiosa experiencia, que simboliza en un regalo que de cada lugar busca con dedicación para su amada.
Estupenda prosa, llena de erudición (nunca petulante y siempre pertinente), ternura y un humor que nunca faltan. Una auténtica experiencia de lectura que recomiendo sin ninguna reserva.
(El libro puede adquirirse en librerías y/o solicitando a la editorial, que envía sin gastos de envío: https://www.ladiscreta.com/portfolio-item/viaje-a-casa-del-vecino-de-eduardo-gris-romero/)