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Historia del telegrafista
Pues llega el momento de finalizar con estas entradas dedicadas a Néstor de la Torre y lo hago con lo ya prometido: la pequeña biografía de un telegrafista y un episodio aún bastante desconocido de la historia del cine en Canarias.
Resulta que a finales de los años veinte y primera década de los treinta, el jefe de Telégrafos de la zona Puerto de Las Palmas era un joven de ascendencia asturiana que vivía con su familia en la calle Sagasta, justo frente a la playa de Las Canteras. Había heredado la vocación técnica de su padre, que en el año 1906 se había trasladado con toda su familia desde su localidad natal hasta Tenerife, para ocupar el puesto de Jefe de Correos y Telégrafos de la isla, cargo que luego ocupó igualmente en Las Palmas.
El joven telegrafista fue un hombre curioso, que a su ingenio y vocación técnica y científica -a él se debió la decisiva mejora de las comunicaciones de las islas a través de cable submarino por el método Hughes, el primer proyecto de emisión de radiofónica en la isla, invenciones de aparatos precursores del televisor o el fax actual-, a esa faceta técnica, decía yo, él añadía una inquietud humanista y social que le llevó por ejemplo a ser miembro de la masonería (a la fraternidad también había pertenecido su padre), a tratar y compartir ideas con personas de diferentes ideologías políticas pero siempre en aras del progreso y fraternidad de la humanidad. A su casa de la calle Sagasta acudían muchas de aquellas personas, para participar en tertulias y actividades culturales de diferentes tipos. Una de estas, por ejemplo, fueron las sesiones de teatro, que tenían lugar tanto en su casa como en la vecina de la familia Millares. Y aquí conectamos con Néstor. Pues uno de los buenos amigos del telegrafista fue Claudio de la Torre, quien asistió a muchas de aquellas sesiones teatrales, y no sólo él, sino también su hermana Josefina de la Torre, protagonista de sesiones del denominado teatro mínimo. No sería nada raro que a esas actuaciones y tertulias también asistieran, en más de alguna ocasión, el pintor Néstor y Gustavo Durán, en las largas temporadas que este pasó en Las Palmas. Recordemos, además, otra característica unía a Néstor con el telegrafista: ambos eran masones.
Pero el invento más relevante del telegrafista fue un proyecto de cinematografía en relieve que patentó en 1932 (por cierto, tres años antes de que Louis Lumiere proyectara su primera película en relieve), y del que hizo una demostración en su casa de Sagasta. Seguramente en esa proyección asistiera Claudio de la Torre, pues en una carta enviada a éste poco después, el telegrafista le pedía ayuda para acceder al responsable de la Paramount:

Ahí te envío, estimado amigo Claudio, los papeles de que esta tarde hablamos de mi sistema de cinematografía en relieve, con el ruego de que los hagas llegar a manos del Sr. Messeris, interesándole por esos estudios (…) Sería interesante que saliera de Canarias una nueva moda para Hollywood.
En los primeros meses del año 1936, dos representante de la Paramount se trasladan de Madrid a Las Palmas y llegan a un preacuerdo con el telegrafista: por un millón de pesetas, éste se compromete a venderles el proyecto de su sistema de cine en relieve.
Pero pasan los meses sin nuevas noticias de la Paramount -son tiempos muy convulsos políticamente- y en el verano del 36 el telegrafista decide irse a Madrid para, con la interseción de Claudio de la Torre, ultimar directamente con los responsables de la Paramount los términos del acuerdo. Ya en Madrid, el telegrafista se queda en el domicilio de un hermano suyo, perteneciente al partido socialista y que había sido nombrado junto con Negrín por el Frente Popular en las recientes elecciones generales. Se conciertan varias reuniones, una visita a Fono-España y una entrevista con los responsables de la productora, pero no hay constancia de lo que ocurriera en ellas. ¿Se vio el telegrafista con Gustavo Durán, que en aquellos momentos seguía como director de doblaje en Fono-España? ¿Tuvo esa entrevista con los representantes de la Paramount?
Todo se precipitó con la rebelión de Franco. Durán y el telegrafista, comprometidos ambos en la defensa del gobierno legítimo y de la República, se alistaron sin titubear en las milicias populares. Las peripecias de Gustavo Durán durante la guerra civil, su importante contribución a la defensa de Madrid y luego como responsable del ejército republicano son cosas bien conocidas. La historia del telegrafista es más corta y menos relevante. Sus conocimientos técnicos sobre comunicaciones y el telégrafo le llevan por diferentes unidades de las milicias populares a varios lugares del sur de la Península. A primeros del año 1937, mientras arregla unos cables telegráficos en el Cerro Muriano, en Córdoba, la explosión de una granada le deja malherido. Trasladado a Madrid, fallece en fecha aún indeterminada en el Hospital de Valdelatas.
Como tantos proyectos vitales e ilusiones, la guerra truncó también aquel del cine en relieve del telegrafista. Según un colaborador suyo del proyecto, las primeras películas en relieve que llegaron a Las Palmas después de la guerra, llevaban el sistema patentado por el telegrafista en 1932.
¿Que por qué sé yo todo esto?
Porque el telegrafista fue mi abuelo, del que además de algunas carpetas con sus inventos y escritos, conservo el mismo nombre y apellido que él llevó en vida.
(Ya hace bastantes años, un hermano mío, Víctor Junco, publicó un interesante artículo con sus investigaciones sobre todo esto para una revista de cine en Canarias. Pero a día de hoy sigue siendo, por desgracia, un episodio desconocido de la cultura cinematográfica en las islas).
