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Un juego de espejos: George MacDonald y Lewis Carroll

Por Luis Junco

Escribo esto como pequeño añadido a la entrada anterior y como respuesta al comentario de si pudiera haber alguna influencia de MacDonald en Lewis Carroll. 

En esa entrada anterior, transcribí un párrafo que se refiere al juego de los espejos. Pero no es la única referencia en Fantastes. Hay otro muy iluminador, en el capítulo XIII. El espejo y los reflejos vuelven aparecer cuando Anodos lee un libro en la biblioteca del Palacio de las Hadas. En este caso, el protagonista es Cosmo:

¡Qué raros son los espejos! ¡Y qué asombrosas afinidades existen entre ellos y la imaginación de los hombres! Pues esta habitación mía, al reflejarse en su superficie, es la misma y, sin embargo, no lo es. No es la mera representación de la habitación que habito, sino que más bien parece que estoy leyéndola en uno de mis cuentos favoritos. Todo lo que en ella hay de trivial ha desaparecido. El espejo la ha rescatado de la región de los hechos para conducirla al reino del arte, y su mera representación a mis ojos ha revestido de interés lo que de otra forma sería duro y simple, de la misma manera que se contempla con gusto en el escenario la caracterización de un personaje que en la vida real sería insoportablemente aburrido. Pero ¿acaso no es el arte lo que redime a la naturaleza de las miradas cansadas y ahítas de nuestros sentidos y de la degradante injusticia de nuestra dolorosa existencia cotidiana; y, a través de la imaginación, que habita en otro reino, nos descubre el verdadero aspecto de la naturaleza, como ante los ojos de un niño que, sin temor ni ambiciones mundanas, contempla el auténtico significado de este mundo rebosante de maravillas y se regocija sin ningún tipo de cuestionamiento? (…) Me encantaría adentrarme en esa habitación y vivir en ella. 

Apenas había murmurado Cosmo estas palabras, al contemplar las ocultas regiones del espejo, cuando una elegante forma femenina ataviada de blanco atravesó inesperedamente la puerta y se deslizó en la habitación reflejada…

(El párrafo anterior está transcrito del libro editado por Atalanta).

Tengo entendido que poco después de la publicación de este libro en 1858, George MacDonald y Lewis Carroll se conocieron en Hastings, y a partir de ahí Carroll se hizo buen amigo de la familia MacDonald. ¿Resulta muy aventurado imaginar que aquella poderosa imagen del libro de Fantastes de la joven que atraviesa la habitación ante los ojos asombrados de Cosmo y se mete en el espejo seguía bullendo en la mente de Lewis Carroll cuando años más tarde escribió Alicia a través del espejo? A mí me parece que no. Es más, me parece que hay muchos otros indicios que muestran que a partir de aquel encuentro en Hastings, las influencias mutuas de MacDonald y Carroll en sus respectivas obras son evidentes. 

Lewis Carroll con la esposa de MacDonald y sus hijos

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