
Aunque, como es habitual, su figura haya tratado de ser asimilada por la cultura dominante, que ha intentando quitarle su fuerza subversiva y convertirla en una poeta romántica y sentimental (como en la poco afortunada reseña de Luis Antonio de Villenahttp://www.elmundo.es/papel/hemeroteca/1994/09/10/esfera/2189.html), la cultura popular percibe perfectamente que Julia escribe desde la perspectiva del excluido, y que su planteamiento sentimental se hace en lucha contradictoria (de rechazo y atracción) contra la identidad que le construye la sociedad patriarcal y burguesa criolla dominante. Julia padeció a lo largo de toda su vida la explotación y la pobreza, y como activista política independentista antiestadounidense fue vigilada y perseguida por el FBI. Los misterios y leyendas acerca de su vida (que son muchos y muy significativos) tienen mucho que ver con estas vicisitudes que la mantuvieron al margen de la cultura oficial. En torno a su vida se entretejen un sinfín de leyendas urbanas: acerca de su activismo político (que la sitúan como enlace con los movimientos nacionalistas y revolucionarios dominicano, cubano y puertorriqueño, perseguida por el FBI y organizaciones maccartistas como Gladio); acerca de sus amores (Luis Lloréns Torres, Juan Antonio Corretjer, Juan Bosch, su rivalidad con la intelectual puertorriqueña Nilita Vientós por los amores con Juan Isidro Jimenes Grullón, etc.); acerca de su vida bohemia en el Harlem hispano, entre alcohol, drogas y vida disipada; acerca de su muerte trágica y solitaria...
Es evidente que su figura y su obra han enraizado en la cultura popular de un modo que muy pocos poetas (Lope, Cervantes, Guillén, Lorca, Neruda, Miguel Hernández y pocos más) han alcanzado.