Guía de Mundos Habitables del Imaginauta Lucas Carril, de Carlos Manuel Sánchez

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La Guía de Mundos Habitables del Imaginauta Lucas Carril es el título de una colección de reportajes en los que se cuentan geografías imaginarias, viajes que han nacido de las observaciones de Lucas Carril. Lo que nos ofrece Carril no es una guía de ciudades de fortuna literaria o mítica, sino un prontuario de viajes interiores.

Por eso la Guía deviene en un manual de generación de mundos habitables propios. Un juego de recorridos por la cartografía existencial: Región de Tristezas, Páramos de la Memoria, Comarcas de Ilusiones, Esperanzas Cimeras. Se trata, en definitiva, de una ayuda indispensable para cualquiera que sienta ser territorio y viaje al mismo tiempo. O sea, todos.

Bien sabemos que un libro nos lleva a otros libros, sobre todo a los que se hospedaron en la memoria. La memoria, estratificada de lecturas, tiene simas por donde rebalsa el magma que se resiste a la petrificación del olvido. Por que eso de la "intertextualidad" suena obsceno, o no es, al caso, mi panza una metáfora intertextual (desde un punto de vista semiótico, claro está) de toda las cervezas que he bebido, o los anillos de una secuoya de las aguas de todas sus primaveras. ¡Qué no!, que lo de intertextualidad es un concepto grosero por muy positivistas que se pongan los chamanes y hermeneutas de la crítica literaria. Así que la "Guía de Mundos Habitables del Imaginauta Lucas Carril" rebalsa... y sus lenguas de lava nos avivan la disparatada fantasía de Cunqueiro (Cuando el viejo Simbad vuelva a las islas) o el tono sofista y lacónico de Borges, de Borges "el zorro de las paradojas" más que del cínico, o del Calvino orfebre de quimeras (Las Ciudades Invisibles o El castillo de los destinos cruzados) o la clonación de moldes narrativos de Manganelli (Cien breves novelas-río) o la mirada poliédrica de Marcel Schwob (Vidas Imaginarias) o Wells o ... Y aunque sólo sea por eso, por desembalsamar a esta Santa Compaña de escritores que pueblan mi iconostasio personal, es su lectura, cosecha suficiente para los sentidos, y razón suficiente para recomendaros su lectura. Estoy seguro que Carlos no ha leído a algunos de los autores que cito, es más, ni siquiera recordaba a aquel del que yo infería que se nutría como modelo, sin embargo ha obrado el milagro de licuar algunos cuajos coagulados de la memoria. En estos tiempos en los que tan toscamente se pulen las palabras, en los que los tasadores de la literatura han arrumbado a los forjadores que con primor comban la sintaxis, en estos tiempos desnortados de gusto, de conocimiento, de sustancia, desenvueltos en esa epidermis mediática oleosa, opaca y resbaladiza, desde donde apostolan periodistas, que trocaron chupete por micrófono, marujos o heraldos de gigantes editoriales, en estos tiempos, decía, del secuestro y mordaza de las Letras, disfrutar de la literatura hecha con oficio (entiéndase que habló de la literatura de ahora mismo) es un lujo que pocas veces al año nos ocurre. Cuando lo leáis, ya platicaremos...

Saludos.

Vale.
 

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