Por Luis Junco
Stanley Unwin, el descubridor de J. R. R. Tolkien, dijo esto sobre el oficio de editor:
Si buscas ante todo dinero, no te hagas editor. Los editores que consideran su negocio solo como un medio para ganar dinero nos producen la misma impresión que los médicos solo preocupados por sus honorarios. El negocio editorial da mayores satisfacciones que el dinero. Si dominas la técnica y estás dotado de la necesaria aptitud, te ganarás discretamente la vida, pero la labor de tus jornadas será interminable y es posible que, cuanto mejor trabajes, peor será tu recompensa pecuniaria.
Ninguna de las personas que trabajan en Ediciones de La Discreta se gana la vida con este trabajo. Es posible, como muchos nos han dicho, que ese sea nuestro talón de Aquiles. Pero en estos veinte años de vida, esa generosidad en el esfuerzo, que nunca ha menguado, nos sigue dando réditos tales como la satisfacción por el trabajo bien hecho, el reconocimiento de escritores y escritoras que encuentran en La Discreta no solo la debida atención a sus obras, sino un clima de amistad desinteresada. Y tal vez sea ésa la mayor ganancia que hayamos obtenido en estos veinte años: una amistad en torno a la brava labor cultural que se ha extendido y profundizado en el tiempo.