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Por Carlos García Ruiz

En las últimas semanas, y por diversas circunstancias, he debido afrontar situaciones donde mi sensación de estar haciendo el tonto ha sido alta. De la misma forma, he pasado por otros momentos donde me hice el tonto para obtener cierta información. Ambas situaciones despertaron el interés por la forma de vivir el hecho de ser tonto frente a expresiones que quizá se han hecho más populares últimamente como “idiota”, “imbécil” o “bobo”. Creo que la palabra “tonto” aúna muchas más connotaciones y posibilidades que las mencionadas anteriormente, porque siento que es el origen de la cuestión. Con esta tonta investigación encontré cinco categorías (fácilmente podrían ser más) que considero suficientes para ilustrar el tema tratado.

  1. Usted es tonto.

Usted es tonto de capirote desde siempre y para siempre, poco más hay que hablar, suerte en la vida. Aunque, si escarbamos un poco más, aquí tendríamos dos subdivisiones: usted es tonto y lo asume, o usted es tonto pero no lo asume. De la primera opción podemos decir que en realidad usted es listo porque conoce su realidad y actúa en consecuencia; en cambio, de la segunda opción nos queda la duda de saber si es más tonto de lo que pensamos por creerse listo y no asumir que es tonto.

  1. Hacerse el tonto.

Esta expresión es muy usada y popular, responde a la situación en la que usted simula ser tonto frente a los demás. El objetivo es que su entorno, habitual o seleccionado, piense que usted es tonto para aprovechar esa confusión momentánea y obtener un beneficio a futuro. En este caso, usted impulsa esta acción externa y mantiene el control de la situación para ganar una “recompensa” final. Recordemos que aquí usted asume temporalmente el papel de listo, tonto sería si no lo aprovecha.

  1. Pensar que eres tonto.

A todos nos ha sucedido: a usted, a mí, a su cuñado… En este caso, el conflicto es interno ya que se genera la sensación de que los demás le miran a usted como si manifestase escasez de entendimiento, lo que produce malestar y zozobra. Habría que analizar cada caso para saber si es verdadera o falsa la tontería apuntada. A priori, no parece haber un beneficio para usted en esta situación salvo que aparezca un giro inesperado de guion. Aquí los listos son los demás, o usted supone que son los demás, cosa difícil de validar de una forma científica. 

  1. Todos son tontos.

Sucede a menudo. En este caso usted piensa que todo su entorno; familia, compañeros de trabajo, amigos, etc., son tontos y muestran síntomas severos de su tontería cada vez que dicen o hacen algo. Tenemos una acción interna proyectada hacia el exterior que vuelve como un boomerang. Salvo excepciones, el resultado final no suele ser muy positivo y a la larga puede dejarle en una mala posición frente a los demás. Recordemos que en este caso usted (y solo usted) cree que el papel de listo es suyo, cosa muy compleja de demostrar cuando es usted el que ha creado todo este artificio mental.

  1. El tonto es usted.

Podría ser lo contrario a la anterior, pero con peor pronóstico, si cabe. En este caso, todo su entorno piensa que usted es tonto menos usted mismo, es decir, usted se coloca en una posición central respecto a la mirada de los demás; no entraremos a discernir si es cierta o no su tontería. Esta acción viene proyectada desde el exterior hacia el interior, de usted depende asumir o modificar los resultados de la situación. Cuando sucede esto la rapidez de reacción es fundamental para evitar males mayores. Quizá en esta situación los listos son los demás, por simple cuestión democrática y numérica; por consiguiente podríamos asegurar que se cumple la premisa principal enunciada.

Y hasta aquí llega mi disquisición nada oportuna sobre la tontería y sus variaciones y forma de vivir. Espero que esto solo sea un pasatiempo y nadie se vea reflejado en ninguna de estas categorías, cosa que dudo seriamente porque todos transitamos por la vida pisando los mismos charcos.

(Carlos García Ruiz es director teatral y autor de Cruzar la raya, de nuestra colección Bululú)

2 Comments

  1. Carlos dice:

    ¿No es una tontería? Bien pensado, si.

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