¿Por qué es posible la vida en el universo? ¿Tiene algún sentido cosmológico la aparición de la inteligencia?

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¿Por qué es posible la vida en el universo? ¿Tiene algún sentido cosmológico la aparición de la inteligencia?

Por Luis Junco

La última entrada de este blog, Cronopaisaje, que dediqué en buena parte al escritor de ciencia ficción Gregory Benford, me llevó a recordar otra obra suya, Cosmo, de la que también escribí hace años en este mismo blog: un grupo de científicos logra crear en el laboratorio un nuevo universo. Y el repaso a una lectura posterior, Biocosm, de James N. Gardner, me sugiere enunciar las preguntas que dan título a esta entrada y relaciona las dos cosas. 

La primera pregunta tiene que ver con las características físicas del universo que observamos -fuerzas y sus medidas relativas, masas de las partículas elementales, ritmo de expansión del universo-, que resultan tan ajustadas, que una pequeña variación de cualquiera de ellas haría imposible la aparición de la vida. ¿Cómo ha sido esto posible? Ha habido todo tipo de respuestas al enigma: desde las religiosas y filosóficas, pasando por la ficción, hasta las metafísicas y de la propia ciencia. ¿Y cómo diferenciar entre estas dos últimas? Pues actualmente se aboga por la “falsación” (sí, es una expresión bastante fea). Según esto, para que una hipótesis pueda considerarse “científica” debe proporcionar al menos una observación experimental que pudiera demostrar que es falsa. (Si la supera, la teoría sobrevive desde el punto de vista de la ciencia; si no, queda rechazada.) Una respuesta a la primera de las dos preguntas del título que actualmente considero la “más científica”, es la llamada selección natural cosmológica, de Lee Smolin, de la que también hablamos en su momento:

(https://www.ladiscreta.com/2020/04/28/virus-y-galaxias-teoria-e-imaginacion-1/)

Y que podemos resumir así: el ajuste tan afinado de las características de nuestro universo se ha producido tras un larguísimo proceso de replicación de universos hijo a través de los agujeros negros. Ese ajuste ha tenido lugar en el tiempo para dar lugar a un universo con el máximo de agujeros negros posible. Cada supernova que se produce y da lugar a un agujero negro es el origen de un nuevo universo cuyas características físicas son básicamente las mismas que las del nuestro, salvo pequeñas variaciones al azar o “mutaciones”. Solo las mutaciones que favorezcan universos con el máximo de agujeros negros sobrevivirán. La vida, como la nuestra, basada en el carbono, es un resultado secundario en ese proceso, que requiere la formación de estrellas que producen carbono al contraerse en su fase final y al morir dan lugar a los agujeros negros. 

Y aquí aparece James N. Gardner y su hipótesis del Biocosm. Aunque está de acuerdo con la teoría se la selección natural cosmológica de Smolin, no considera que el motor de la replicación sea la maximación de agujeros negros, como este defiende, sino la generación de la vida y de la inteligencia: un universo saturado de inteligencia capaz de crear su propia progenie. Y con esto contestaríamos a la segunda pregunta del título.

En la próxima entrada sobre este mismo asunto, intentaré dar más datos sobre James N. Gardner y su interesante hipótesis. 

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