¿Por qué es posible la vida en el universo? ¿Tiene algún sentido cosmológico la aparición de la inteligencia? (2)

¿Por qué es posible la vida en el universo? ¿Tiene algún sentido cosmológico la aparición de la inteligencia?
12 mayo, 2023
¿Por qué es posible la vida en el universo? ¿Tiene algún sentido cosmológico la aparición de la inteligencia? (y 3)
21 mayo, 2023
Mostrar todos

¿Por qué es posible la vida en el universo? ¿Tiene algún sentido cosmológico la aparición de la inteligencia? (2)

Por Luis Junco

A pesar de su licenciatura en biología y quizás por su labor profesional como abogado, el grupo “oficial” de cósmologos consideró a James N. Gardner un outsider, un intruso en la cosmología. Y tal vez también por eso, su hipótesis Biocosm fue menospreciada y tachada por algunos de pseudociencia. Una conjetura que sin embargo no se ha olvidado, a pesar del fallecimiento de su autor hace dos años; al contrario, tengo la impresión de que desde su muerte esta hipótesis ha ganado adeptos y atención. James N. Gardner escribió dos libros sobre el tema: Biocosm: The New Scientific Theory of Evolution: Intelligent Life is the Architect of the Universe (publicado en 2003 y a día de hoy, que yo sepa, sin edición española) y The intelligent universe: AI ET and emerging mind of the cosmos (del 2007 y que sí creo que está editado en español). En mi opinión, ambos merecen atención, para, después de la lectura y con los argumentos aportados, hacer una valoración fundamentada de sus virtudes y defectos. 

Como decíamos en la entrada anterior, el propio Gardner consideraba su hipótesis deudora de la selección natural cosmológica, expuesta por Lee Smolin en La vida del cosmos (1997). En ella, Smolin postula que nuestro universo es el resultado de un proceso selectivo de otros universos anteriores, que se replican a través de los agujeros negros (que son el resultado de la muerte de estrellas masivas o supernovas). En las variaciones al azar (mutaciones) de los parámetros físicos (pequeños cambios en la masa de las partículas o en el ritmo de expansión cósmica) de los universos-hijo se seleccionarían los más aptos para reproducirse. La vida sería un efecto secundario de ese proceso y las constantes físicas que observamos -masas de las partículas, los valores específicos de cuatro fuerzas fundamentales-, el ajuste del proceso principal para producir el máximo número de hijos y futuros progenitores (los agujeros negros). Las leyes físicas que observamos serían como el ADN -los planos de diseño- que determina el desarrollo de los nuevos universos. Unas leyes, por cierto, que no serían fijas, sino que igualmente evolucionarían con el entorno o las condiciones del universo en cada etapa de su vida. 

James N. Gardner está de acuerdo con la idea básica, pero para él el impulso que pone en marcha el proceso evolutivo y la creación de nuevos universos no es obtener la mayor cantidad de agujeros negros posible, sino lograr vida e inteligencia. En esas leyes de la naturaleza que gobiernan la evolución del universo estarían implícitas las exigencias de que los nuevos universos que se creen sean hospitalarios con la vida y la inteligencia. Consecuencia de su hipótesis sería que la vida y la inteligencia no son algo extraordinario, anecdótico y circunscrito a nuestro planeta. La vida y la inteligencia florecerían por doquier en el universo. 

Pero veamos a través de algunos párrafos seleccionados de los libros citados lo que él mismo dice.

La esencia de la hipótesis del Biocosm es que el universo que habitamos está en el proceso de llenarse de vida cada vez más inteligente -aunque no necesariamente humana tal como ahora la conocemos. En esta teoría, la emergencia de vida y creciente inteligencia, no son accidentes sin sentido en un cosmos hostil y sin vida, sino que son el verdadero corazón de la vasta maquinaria de creación, evolución cosmológica y replicación cósmica. 

(…)

El universo puede que no sea tan solo algo propicio a la biogénesis y amigable para la vida. En lugar de eso, el universo en sí puede ser en realidad una vida emergente, una biosfera en desarrollo, una especie de superorganismo cósmico en proceso de emergencia y ontogénesis (el proceso biológico que comienza con la fecundación del óvulo), con una capacidad incorporada para su replicación (…) gobernada por procesos similares al de la programación genética de un desarrollo embrionario dirigido a producir un adulto maduro. En resumen, el mundo muerto que vemos a nuestro alrededor, solo constituye el entorno de biocosm en nacimiento. Y en la emergencia de la vida y ontogenia de ese universo, nosotros, los humanos, jugamos un papel fundamental: podemos ser lo equivalente a orgánulos intercelulares del biocosm -sus vitales mitocondrias y cloroplastos (…). El universo está naciendo (…). El universo está en estado de alumbramiento a la vida, de manera intencionada y de acuerdo a un código perfectamente ajustado que es equivalente al ADN en la biosfera terrestre. Bajo esta interpretación, el universo es una especie de vasto organismo emergente en proceso de engranaje y vida, que además tiene la capacidad no solamente de reproducirse, sino transmitir sus características -el mismo código cósmico, consistente en las leyes y constantes físicas, que no solamente prescriben un programa ontogénico sino, de nuevo similar al ADN, la capacidad de crear universos hijo. 

Interesante, ¿no? Por lo menos, a mí me lo pareció cuando leía estas ideas tan deslumbrantes. Y una cierta reminiscencia de la hipótesis “Gaia”, de James Lovelock y Lynn Margulis, que consideran nuestro planeta en su complejidad como un superorganismo que se adapta al medio para sobrevivir; este de Gardner se extendería al universo en su conjunto. (Y pasando a la metafísica y si han leído a Teilhard de Chardin, Biocosm a mí me hizo recordar a las ideas evolutivas hacia el punto omega del pensador francés. Lo que me confirmó el propio Gardner en el segundo de sus libros, reconociendo la influencia del jesuita católico). 

Pero, ¿qué pruebas de verificación (falsabilidad) de su conjetura ofrece Gardner, para poder considerarla ciencia? Al menos, para su selección natural cosmológica Lee Smolin presenta algunas; una de ellas, la máxima masa de una estrella de neutrones, que cifra en 2 masas solares. (Si en algún momento se descubriera una estrella de neutrones con mayor masa, la hipótesis de Smolin se derrumbaría.)

Pero ya me he alargado más de la cuenta. En la tercera y última entrega con este tema daremos más datos de Biocosm y si Gardner aporta alguna prueba consistente con su verificación.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *