Por Luis Junco
Ahora que está de moda Robert Oppenheimer por el reciente éxito de película de Christopher Nolan, hay que recordar que está basada en la biografía American Prometheus, de Kai Bird y Martin Sherwin. Aún no he visto la película pero sí leí la biografía ya hace años y recomiendo mucho su lectura. No sé cómo lo tratará la película -que tengo la intención de ver- pero la curiosa y compleja personalidad de Oppenheimer me parece que está muy bien retratada en el libro. Lo que de esa lectura emerge creo que se acerca bastante a lo que fue aquel hombre tan a la vez imaginativo y contradictorio. Y en ese retrato, su relación con los demás -con sus padres, en primer lugar-, pero especialmente con otros científicos, me parece un aspecto muy esclarecedor de las diferentes maneras de “ver el mundo”. En particular, a pesar de que se llevaron muy bien, me impactó el contraste de Oppenheimer con Paul Dirac. Algo de lo que ya comenté brevemente en otra entrada del blog: https://www.ladiscreta.com/2020/11/14/el-misterio-de-paul-dirac/
Allí hablamos sobre los largos paseos de estos dos genios de la ciencia por las calles de Göttingen cuando ambos empezaban sus carreras. La referencia del comentario de Dirac a la afición poética de Robert Oppenheimer se debe a esta biografía, American Prometheus. Pero en el libro, el contraste de ambas personalidades se dibuja de manera más completa. Transcribiré aquí solo un poco más, que, como dije antes, pone de relieve las visiones del mundo tan diferentes.
Por esa época, Oppie había decidido dedicar unos meses a estudiar italiano, para poder leer a Dante. Y cuando, unos meses más tarde, en uno de esos largos paseos por las calles de la ciudad medieval, los dos amigos se reencontraron, Paul Dirac le espetó con acritud:
“¿Por qué demonios desperdicias el tiempo en esa basura? Lo mismo que todo ese tiempo que le dedicas a la música y a esa colección de pintura que posees”.
Pero Robert vivía confortablemente en mundos que estaban más allá de la comprensión de Dirac y solo le divertían las constantes recomendaciones de su amigo, cuando, en los largos paseos por Göttingen, le urgía a dejar “la persecución de lo irracional”.
2 Comments
Oppenheimer, lector de Dante. Mola. #Dantenheimer.
Y no solo a Dante. Leía en francés a poetas franceses y estudió sánscrito para leer el «Mahabarata». De hecho, el nombre que se dio a la primera prueba nuclear en Los Álamos, Trinity, se debió al poema del Dios trino de John Donne y también a la trinidad, trimurti, del hinduismo, del Gita, que también había leído en sánscrito. La noche antes de la prueba, para calmarse, Oppenheimer leía a Baudelaire.
Además de a John Donne, en lengua inglesa era muy aficionado a Yeats y a T.S. Elliot. A este último le contrató para el Centro de Estudios Avanzados de Princeton, mientras él fue director. Aquel centro de estudios se convirtió en un compendio de ciencias y humanidades, pues siempre creyó que ambas ramas se necesitaban una a la otra.