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Por Luis Junco

Hace tres o cuatro años -no recuerdo bien- leí por primera vez a Heinz Pagels, físico norteamericano de la línea “evolucionista”, según lo aclarado en las últimas entradas de este blog. De él leí dos libros: El código cósmico (1982) y Los sueños de la razón (1988). Ambos me impresionaron, no sólo por la claridad y profundidad de sus propuestas, sino por la facilidad y belleza de su prosa.

En el primero declara abiertamente la posición evolucionista del universo (que ya señalamos en las entradas anteriores en este blog), y que podemos resumir en unas pocas frases de esta publicación:

Yo creo que el universo es un mensaje en clave, un código cósmico, y el trabajo del científico es descifrar ese código. 

¿Podría ser que el código cósmico, revelado en la arquitectura del propio universo, sea en realidad el programa de su evolución histórica?

El físico empírico Francis Bacon dijo que hay dos revelaciones. La primera nos ha sido dada por la escritura y la tradición y ha guiado nuestro pensamiento durante siglos. La segunda nos es ofrecida por el propio universo, un libro que estamos empezando a leer. 

Y finaliza el libro de esta forma:

Me gusta escalar montañas, con sus laderas rocosas nevadas y heladas. En una ocasión, le contaba una de estas aventuras mías a un viejo amigo y al acabar me preguntó, “¿Pero es que pretendes matarte?”. Protesté. Le contesté que la recompensa era la vista majestuosa, y el placer de enfrentar mi cuerpo con la naturaleza. Me replicó: “Cuando tengas mi edad te darás cuenta de que estás tratando de matarte”.

A menudo sueño con que me caigo. Parece que son sueños recurrentes entre los alpinistas. No hace mucho soñé que me aferraba a una pared rocosa pero que no podía agarrarme. Intenté sujetarme a un arbusto pero lo arranqué, y con horror sentí que caía al abismo. De pronto me di cuenta de que mi caída era relativa; no había fondo ni final. Me invadió una sensación de placer. Me di cuenta de que lo que yo encarnaba era el principio de la vida, no podía ser destruido. Está escrito en el código cósmico, el orden del universo. Mientras continuaba cayendo en el oscuro vacío, abrazado por la bóveda de los cielos, cantaba la belleza de las estrellas y hacía la paz con la oscuridad. 

Ese mismo año leí su otro libro, Los sueños de la razón, que fue publicado en el año 1988, y pensé que escrito en estos dos libros también se adivinaba un código oculto que descifraba la vida de Heinz Pagels. No me equivoqué. 

Para empezar, me llamó la atención que este segundo libro tenía esta dedicatoria:

A la memoria de nuesto hijo Mark. El universo es su hogar.

Y supe que hacía poco más de un año había muerto su hijo de seis años, a causa de una enfermedad cardíaca. 

Pero lo más sorprendente es que ese mismo año en que se publicó este segundo libro, el propio Heinz Pagels fallecía al caer al vacío en el intento de escalar el Pico Pirámide en Aspen. Se hacía realidad el sueño que tan vívidamente describiría al final de su El código cósmico.

En un artículo periodístico escrito por el también físico y amigo de la familia Jeremy Berstein, este nos explica que cuando la mujer de Pagels, Elaine, quiso ver el cuerpo de su marido, le dijeron que era imposible, pues literalmente se había deshecho en la caída. 

Pero aún no acaba aquí esta historia. Hay más. Bastante más.

Descubrí que la esposa de Pagels, Elaine Haisey, era profesora e historiadora de las religiones en la universidad de Princeton, y autora de Los evangelios gnósticos (1978), que leí de un tirón y me pareció magnífico. Y que en 2018, veinticinco años después de la muerte de su marido y de su hijo Mark, Elaine aborda su drama personal y escribió Why Religion?: a personal story, en cuya lectura estoy ahora y comentaré a su debido tiempo. 

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