Las relaciones de pareja y los lazos familiares son capaces de sacar lo mejor y lo peor de nosotros. Indistintamente, nos convierten en ángeles de luz o demonios en rebelión; a través de ellas experimentamos el cielo o el infierno, no parece haber término medio. Cariño, deseo, pasión, esperanzas..., maravillosos sentimientos capaces de llevarnos hasta el éxtasis y el delirio, pero que en su propia naturaleza contienen el dolor, el desengaño, los celos, la desesperación.
Esta es la esencia de La mujer dálmata, un conjunto de quince relatos en los que Loida Díez –que aunque sea esta su primera publicación acredita una larga y madura experiencia en el trabajo literario– se revela como una narradora con una prosa sin artificio ni alharaca, una torrentera que fluye con naturalidad y sobre todo con veracidad.
Como pequeñas muestras de esta prosa, transcribimos cuatro ejemplos correspondientes a algunos de los relatos:
También veo sus manos pequeñas y casi transparentes, pero en lugar de abrazarme, me escupe en la cara y se aleja de mí, altiva y poderosa, mientras yo intento suplicar que, por lo que más quiera, no me abandone. Pero nunca logro decir nada. Me quedo petrificada, inmóvil sobre la arena de la playa, mientras el mar va cubriendo mi cuerpo. Después supongo que me ahogo, y entonces me despierto.
(Del relato La mujer dálmata, que da título al libro.)
Mi hermano se sentaba en el suelo y seguía mirando al cielo o a cualquier otra cosa. Le gustaba desaparecer. Yo nunca le reproché nada. Era mi hermano mayor y supongo que en el fondo sabía que esa era su manera de despedirse antes de irse del todo.
(Del relato Juego de niños.)
Después yo buscaba sus labios y lo que encontraba era como un vaso en el que quedan las últimas gotas de agua. Las bebía y pensaba: este hombre se está secando... Era triste. Pero no había marcha atrás.
(Del relato El amor es un perro blanco que aúlla.)
Se creía un dios, y yo le permití que lo fuera hasta que no pude hacerlo más. Al final le he dejado solo y tembloroso en su vieja casa de la sierra, una casa de dos plantas con una enorme escalera de madera que crujía mientras subíamos por ella. Él me agarraba de la mano sin saber que se dirigía hacia el infierno. Aún recuerdo su olor.
(Del relato Un diamante en bruto.)
Loida Díez (Madrid, 1971) estudió Filología Hispánica en la Universidad Complutense y trabaja en el mundo editorial desde hace más de una década, como editora de narrativa en plantilla durante unos cuantos años y como autónoma corrigiendo, editando y traduciendo libros durante otros tantos. La mujer dálmata es su primer libro de relatos, aunque, cuando está de buen humor, le gusta pensar que, quizá, no sea el último... Pero tiene sus dudas.